lunes, 18 de julio de 2016

Espacio en Tránsito


                                                 Foto de Desconocido


" Para empezar a criar abejas, lo primero que se necesita es un lugar donde meterlas. O, lo que es lo mismo, una colmena y un sitio para colocarla. Desde 1851, la mayoría de los apicultores han adoptado la llamada colmena Langstroth; una estructura moderna creada por el reverendo Lorenzo Langstroth aquel año y patentada poco después.

 (...) Las colmenas en uso antes de que L. diseñara la suya eran estructuras en las que las abejas adherían el panal a las paredes y al techo. Cosechar la miel comportaba una alteración y un destrozo grave a la colmena. Había que ahuyentar a las abejas a base de humo sulfuroso y luego, con objeto de extraer la miel, desprender el panal de la colmena cortándolo. A L. le horrorizaba provocar tantos daños y perjuicios y buscó un método mejor.

 La colmena de L. derivó de la observación de algo que denominó "espacio abeja". Se trata de los 9,5mm de espacio que, en estado natural las abejas dejan libre para desplazarse entre las estructuras de la colmena que construyen. L. observó que las abejas procuran llenar cualquier hueco que mida más o menos de 9,5mm utilizando cera o própolis. Este es una resina que las abejas obtienen de la savia de los árboles y que emplean a modo de cemento. Si es menor de 5mm lo rellenarán con propóleo si es mayor de 9,5mm, construirán un panal de cera.

 (...) El descubrimiento de este hecho tan simple, en el que ningún apicultor había reparado en 10.000 años, permitió que L. diseñara una colmena adaptada a las necesidades tanto de las abejas como del apicultor. Fue un cambio radical con respecto a la colmena de mimbre trenzado con forma de cúpula que sigue siendo la favorita en las ilustraciones.



 Langstroth comentó que tenía mala salud y casi todas las referencias a esta expresión la interpretan como "ataques depresivos graves".

 (...) Tal vez la apicultura no sea una cura para la depresión. Pero la motivación, la observación y la acción pueden tener como resultado una disminución del sufrimiento. L. descubrió que comprender las necesidades de las abejas le permitía diseñar un método beneficioso tanto para ellas como para el apicultor. Mediante una observación minuciosa desveló la importancia del "espacio abeja" y, basándose en lo observado, fue capaz de actuar para crear un sistema de construcción de colmenas que utilizara los principios que había reconocido.
 (...) No puedo asegurar que la mala salud de L. fuera de hecho una depresión. A quien de verdad atañe este asunto es al reverendo L., no a mí. Lo que sus escritos me revelan es una conciencia muy clara de lo que pretendía y la satisfacción que le reportaba la búsqueda de la verdad. (...) Creo que la búsqueda de la verdad es el núcleo tanto de la espiritualidad como de la ciencia. Una duda saludable es esencial para la investigación. Sin este tipo de duda positiva que constituye la base de las indagaciones, nunca llegan a plantearse las preguntas necesarias para recorrer el camino de la realización: ¿es esto verdad? ¿concuerda con mi experiencia? ¿resisten mis conclusiones a un análisis riguroso?.
 La rigidez del dogma y la cerrazón mental son antitéticas al proceso de realización. Si no se investiga, es casi imposible llegar a nada que no sea una fe ciega. La fe en las propias convicciones es muy importante. Pero es mejor cultivarla con inteligencia que fundarla en el desconocimiento.

 La búsqueda de la verdad que emprendió L. acabó siendo valiosa tanto para él como para las abejas. Desde entonces, ellas y los apicultores se han beneficiado de sus aportaciones. Lo que permitió a L. realizar sus descubrimientos fue una combinación de la decidida motivación de no causar daño, la necesidad personal de encontrar una actividad que aliviara su "mala salud" y la voluntad de observar con minuciosidad la realidad. Estas cualidades son igualmente importantes para desarrollar la capacidad de meditar. La motivación poderosa proporciona el entusiasmo. De la necesidad intensa deriva la paciencia. La voluntad de observar la realidad aporta la concentración y la sabiduría. Y, a buen seguro, son cualidades que tampoco vienen mal para perfeccionarse como apicultor".


    LA MEDITACION Y EL ARTE DE CUIDAR ABEJAS. Una forma de vivir.

                                                 Mark Magill

                                      Ed. Siruela. Tiempo de Mirar