jueves, 11 de abril de 2019

Clara Barrus




 Clara Barrus was born in Port Byron, New York in 1864. She studied medicine at Boston University and received her Doctor of Medicine degree in 1888 (she was one of a small number of women who graduated from medical school in the late 19th century). For several years was in private practise in Utica, New York, but in 1893 se became an assistant physician at the Middletown State Homeopathic Hospital for the Insane. In addition, she serve as professor of psychiatry at Women's College of New York City. She left Middletown Hospital after seventeen years, and in 1912 she opened a private sanitarium in Pelham, New York, until her retirement in 1914. 

 Doctor Barrus met John Burroughs while she was practicing medicine.

.




 Mi intención no es tratar de decirle al lector cómo ver las cosas, sino simplemente hablar del arte de verlas, como se puede hablar de cualquier otro arte. Uno puede disertar sobre el arte de la poesía, de la pintura o de la oratoria sin esperanza alguna de hacer de los lectores u oyentes poetas, pintores u oradores.
 La ciencia de una disciplina se puede enseñar o adquirir mediante el estudio; el arte relacionado con ésta llega con la práctica o la inspiración. El arte de ver las cosas no es algo que se pueda transmitir mediante normas y preceptos, es un componente esencial en el ojo y en el oído, es decir, en la mente y en el alma. Albergo la misma poca esperanza de poder decirle al lector cómo ver las cosas que la que albergaría de intentar decirle cómo enamorarse o cómo disfrutar de su cena. O lo hace o no lo hace, no hay mucho más que hablar. Parece que algunas personas nacen con ojos en la cara y otras, con botones o canicas pintadas, y no hay ciencia que valga que pueda equiparar a uno y a otro en el arte de ver las cosas. (...)

 Incluso el pescador avezado parece que nace, no se hace; da la impresión de que conoce de manera instintiva las costumbres de la trucha. El secreto, sin duda, es el amor por esa práctica. El amor agudiza la vista, el oído y el tacto, acelera el paso, estabiliza el pulso, te pertrecha contra la humedad y el frío. Lo que amamos hacer, lo hacemos bien. Saber no lo es todo, es solo la mitad. Amar es la otra mitad. (...) El amor es la medida de la vida: sólo vivimos realmente en la medida en la que amamos. La variedad de nuestros intereses, la magnitud de nuestra empatía, la vulnerabilidad de nuestros corazones....si no es esto lo que mide nuestras vidas, ¿qué es?. Con el paso de los años, todos nosotros nos vemos expuestos en mayor o menor medida a dos peligros: el peligro de la petrificación y el peligro de la putrefacciòn. O nos endurecemos y encallecemos, formándonos una costra de costumbres y convencionalismos que no deja que el más mínimo rayo de sol o de alegría nos alcance, o nos volvemos laxos y desorganizados, perdiendo el dominio de las verdaderas fuentes esenciales de la felicidad y el conocimiento. Ahora bien, no hay conservantes ni antiséptico, nada que mantenga el corazón joven, como el amor, como la empatía, como entregarse con entusiasmo a una causa digna.


         EL ARTE DE VER LAS COSAS. John Burroughs