domingo, 17 de diciembre de 2023

Nudo Gordiano

 

 
 Cuando tu propio padre te dice lo que ya sabías que iba a responder pero esperabas no tener que escuchar una vez más en tu vida, que no va al hospital a acompañar a su hijo que acaba de sortear por casualidad (en la que no creo) o destino el umbral de la muerte, su hijo que se encuentra en ese espacio-tiempo en el que la enfermedad repentina nos coloca: las puertas del "infierno" o del "cielo" que ha sido nuestra vida, porque, según él, "no va a servir de nada y además voy a pasarlo mal" (*), vuelves a darte cuenta que en esta existencia hay muchas vidas. Hay unos que son conscientes de ellas y otros solo son capaces, en apariencia, de mirar su ombligo. Hay unos que experimentan una sola existencia y otros, en cambio, son capaces de vivir muchas vidas en una. ¿Es eso reflejo de lo que llegará cuando nos desliguemos de este cuerpo?. No sabemos; porque el paisaje reflejado no es el mismo que el que yace bajo la superficie del agua. Lo que sí sabemos es que un día se presentará la espada que nos libere...y en ese instante...lo sabremos.

 (*) Seguramente mi respuesta se pareció más a la del "despiadado" Plutón que a la del "nebuloso y huidizo" Neptuno y, seguramente, en algún momento, también me arrepentiré de ello; pero todos llevamos una mochila y no podemos dejar de sentir y de actuar según su peso cada día.


                                                        
                                                            RSB


 
"En las entrañas del hospital, en el mundo difuminado que engendra la enfermedad, en el temor crepuscular del inframundo psicológico, los pacientes penetran en el reino de Ereshkigal, donde llegan a comprender que su identidad y su vida anterior ha muerto, al menos por un tiempo, acaso para siempre. Esto puede suponer un punto de inflexión para el alma: enfrentarse a la posibilidad de quedar impedido o morir puede operar un cambio de rumbo, modificar completamente las prioridades y traer a primer plano cuestiones acerca del sentido o sinsentido del modo en que vivimos nuestra vida, acerca de lo que realmente nos importa, y si nosotros mismos importamos algo. Para el yo, que había mantenido la ilusión de controlar el destino, a menudo es un momento depresivo. Si la persona delega en su alma la dirección de sus pasos en el inframundo, se producirán hallazgos inesperados. Porque lo que en definitiva importa no es lo que nos ocurre, sino cómo reaccionamos a ello; esa reacción puede cambiar drásticamente nuestra vida."

                                                                        Jean Shinoda Bolen
                                                                        "El sentido de la enfermedad. Un viaje del alma"