Cuando uno tenía un anam cara ("alma amiga"), la unión iba más allá de las convenciones, la moral y las formas. Uno estaba unido, de un modo antiguo y eterno, al amigo del alma, al alma gemela. Esta concepción no imponía al alma limitaciones de espacio ni de tiempo. No existen jaulas para el alma, ya que es una luz divina que penetra en ti y en el otro. Este arte del arraigo despertaba y alimentaba una camaradería profunda y especial. Juan Casiano dice en sus Conferencias que este vínculo es indisoluble: "Esto, digo, es lo que no pueden romper las circunstancias, lo que no puede cortar ni destruir ningún intervalo de tiempo o de espacio; lo que ni siquiera la muerte puede dividir"".
ANAM CARA. El libro de la SABIDURIA CELTA.
JOHN O'DONOHUE
Ed Sirio