domingo, 23 de julio de 2017

A Family Man




  Cuando te encuentras próximo a la desesperación humana, te cala. Da igual que lleves paraguas, chubasquero o un montón de buenos propósitos y teorías sobre cómo se deberían transitar determinados pasajes de la vida. Te cala. Y si no te cala...es porque todavía no estás del todo enraizado en el Cuerpo de la Tierra.

 Algunos creen que para ser capaz de permanecer junto al -o en el- dolor durante años, hay que ser un santo o un inconsciente; otros, que, o eres encarnación de Tristeza o Frodo, o un ser despiadado que experimenta con la angustia ajena por afán de lucro e importancia personal. Yo no me veo encajando en ninguno de esos moldes pero como uno no suele verse muy bien a sí mismo...lo mismo en un tiempo me santifican o me encierran en una cárcel o en un psiquiátrico. El caso es que cuando escucho o leo esas "teorías",
me suelo entristecer o cabrear. Y mira que le doy vueltas y me digo: "te lo tienes que hacer mirar, bonita", "allá cada cual con su película", pero nada.
Me sigo entristeciendo y cabreando y me acuerdo de una frase que leí hace tiempo atribuida a Buda que decía algo así como "el dolor es inevitable aunque el sufrimiento es opcional". Porque cuando has sentido en tus carnes el dolor de la Vida y has sido consciente de lo sencillo y natural del alivio de la presencia y la caricia, no te queda ya gusto por seguir añadiendo palabras que sumen sufrimiento al que ya -por su propio proceso doloroso-
se encuentra donde tú...no te encuentras. Las palabras sobran.



                                                             RSB