lunes, 30 de octubre de 2023

Bardo Thödol - Purgatorio


                                  La Ascensión al Empíreo de El Bosco

     
  
"Las experiencias cercanas a la muerte o ECM (en inglés, Near-death-experience) fueron descritas por primera vez por Platón en su libro La República y representadas en el siglo XV por las pinturas de El Bosco. En el siglo XX, fueron descritas por Raymond Moody (1975). Son vivencias complejas que ocurren en asociación con la muerte o con la percepción de que ésta es inminente (Moody, 1975; Greyson, 1983). 
 Es un fenómeno frecuente y se considera que el 4%-8% de la población general lo ha experimentado, según estudios realizados en Alemania (Knoblauch y cols.,2001) y Australia (Perea y cols., 2005), aunque se considera que estas cifras estarían infravaloradas o no reflejarían la realidad, porque algunas personas son reacias a contar sus experiencias (Van Lommel, 2011).
 Se definen como la memoria reportada de un patrón de experiencias que ocurren cuando una persona está cercana a la muerte (por ejemplo, situaciones de riesgo vital, asfixia, ahogamiento, accidente vascular), cuando creen que van a morir o en el periodo entre la muerte clínica y la resucitación (Van Lommel, 2011).
 No existe una definición universalmente aceptada de las ECM y, todavía, es un tema de investigación. Inicialmente, y basándose en los 50 individuos que entrevistó Moody (1975) para su libro, se identificaron 15 características. Mas tarde, mediante entrevistas estructuradas, se aislaron cinco aspectos nucleares (Ring, 1980) y, finalmente, Greyson (1983) identificó 16 elementos, utilizando métodos estadísticos en 73 personas que habían experimentado ECM.
 Martial y cols. (2017) confirman que no existe una secuencia temporal típica en las ECM, como confirmó en su muestra de 154 individuos, aunque existen cuatro dimensiones estables y consistentes, que también aparecían en estudios previos (Moody, 1975; Ring, 1980; Greyson, 1983). El orden más frecuente y su prevalencia son los siguientes (Martial y cols., 2017), aunque este orden exacto se observa en un pequeño porcentaje de personas:

  1. Experiencia de estar fuera del cuerpo (out-of-the-body experience) (53%). 

  2. Ver una luz brillante (69%).

  3. Ver otras personas o espíritus (62%).

  4. Experiencias de paz (la más frecuente, 80%).

 También son frecuentes, aunque no tan nucleares, moverse por un túnel, la pérdida de sensación de tiempo y espacio, ver paisajes celestiales y hablar con un ser de luz, así como el retorno al cuerpo (Van Lommel, 2011). Lo que parece evidente es la gran variabilidad cultural y ambiental de la experiencia. Por ejemplo, la experiencia del túnel apenas aparece en la India (Kellehear y cols., 1994), o la experiencia de revivir toda nuestra vida tampoco aparece en todas las culturas (Kellehear, 1993).

 Es una experiencia ligada al misticismo (Pennachio, 1986), ya que suele incluir una sensación de trascendencia, de que el cuerpo abandona el mundo habitual y entra en un "reino alternativo", percibiéndose una sensación acústica de llanto o zumbido agudo al inicio de la experiencia, comunicación con "presencias" o "entidades", así como reflexiones posteriores sobre la muerte, el morir y lo que hay después de la muerte. Las ECM se asocian a cambios positivos a largo plazo, que incluyen bienestar psicológico y consecuencias asociadas, y más específicamente: mayor preocupación por el bienestar de los demás, reducción del malestar asociado a la perspectiva de morirse, mayor aprecio por la naturaleza y por la vida, menor deseo de estatus social y posesiones, y aumento de la autoestima (Ring, 1980; Noyes, 1980; Groth-Marnat, 1998).

 La práctica de la meditación para entender mejor el proceso de la muerte ha sido ampliamente usada en muchas religiones como el budismo. Algunos libros conocidos en Occidente sobre este tema son El libro tibetano de los muertos, del místico del siglo VIII Padmasambhava (1995), y una adaptación más moderna, El libro tibetano de la vida y de la muerte (Sogyal, 1998). Otro libro relacionado, menos conocido, también de este mismo autor, es Natural Liberation: Padmasambhava teachings on the six bardos (Padmasambhava, 1998). Estos libros hablan de cómo la consciencia experimenta diferentes fases tras la muerte, en el período llamado en tibetano "estado intermedio" o "bardo". Este último libro incluye también el yoga del sueño. Otro libro notable es Delog: Journey to the Realms Beyond Death (Drolma, 1995), que describe la experiencia de ser un delog, individuos que experimentan, durante horas o días, una ECM y, posteriormente, comparten su experiencia para asistir a otros practicantes espirituales (Baily, 2001).

 El Dalái Lama (2006) describe que el momento de la muerte es un estado de consciencia que se manifiesta de forma breve en los humanos y que se caracteriza por ser sutil, espontáneo y sin aferramiento. Por eso, los meditadores experimentados pueden inducirse este estado cercano a la muerte durante la meditación, igual que cuando ocurre al morir, y pueden reconocerlo y mantenerlo. En un estudio realizado por nosotros (Van Gordon y cols., 2018) durante tres años en 12 meditadores avanzados, encontramos que la experiencia es más profunda con el tiempo, que los meditadores eran conscientes de la experiencia y mantenían el control volitivo, que la experiencia era similar a la ECM espontánea y que vivían un rico abanico de encuentros no mundanos y de experiencias espirituales.

 Los sueños lúcidos y la consciencia en el estado posterior a la muerte o bardo están muy relacionados, según el budismo tibetano. En esta tradición, Padmasambhava (1998) afirma:
 
   Se dice que, entrenándose en el proceso transicional del sueño (es decir, desarrollando sueños lúcidos), si se consigue hacerlo por siete veces, el proceso transicional de la muerte (el bardo o estado intermedio) será comprendido.

 Como se asegura en el mismo libro, reconocer el estado del sueño siete veces quiere decir poder hacerlo de forma habitual. 

 Magaña (2015) afirma que, en la tradición tolteca, el Mictlán o la tierra de los muertos es el primero de los lugares del soñar despierto. Ahí aparecen personas conocidas, situaciones cotidianas y lugares donde hemos estado, es decir, lo que la psicología actual llamaría "sueños proyectivos". Son sueños que nos llevarán a repetirnos, a repetir el pasado, nuestros patrones de conducta (lo que en la tradición budista/hinduista es el karma). Tendríamos que superar esta fase porque, de lo contrario, nos quedaremos atrapados en "la prisión invisible de la luna". Hay una frase azteca que resume esta visión: el que no recuerda sus sueños está muerto en vida, porque no puede controlar su vida cuando está despierto. Cuando aparecen estos sueños proyectivos, lo que tenemos que hacer es cancelarlos. Esto y la práctica de la máscara, entre otras, terminarán con estos sueños.
 Cuando se acaban estos sueños, uno puede ascender a otro nivel. Magaña (2015) afirma que, en el México antiguo, existían varias pirámides escalonadas de nueve niveles, que representan los nueve niveles del sueño. Estaban coronadas por la figura de chac mool, que significa "los conocedores del espejo y del agua", la máxima expresión del arte de soñar. (...) el primer es Temictli, donde se halla el Mictlán, la tierra de los muertos. El segundo es Temixoch, donde están la mayor parte de los soñadores actuales, que permite recrear nuestra vida. El último nivel, Cochitzinco, es "el lugar sagrado del sueño", donde surge la luz, donde no hay sueños. En él se accede a la mente del Aguila Negra, el lugar del plan primigenio del Gran Espíritu."



                          SUEÑOS LÚCIDOS. Aprende a desarrollarlos. 

              -De las tradiciones contemplativas a la evidencia científica-   

                               
                                         JAVIER GARCIA CAMPAYO

                                                          Ed. Kairós



                     https://youtu.be/ypOdPhc6Pns?si=prQOTuCZcL4bltL4