sábado, 21 de octubre de 2023

La Voz de la Tierra

 

Autor Desconocido



"La última guardiana de la Sierra creyó llegar tarde, pero se equivocaba. Como a veces equivocan los pájaros su vuelo, las ballenas su rumbo, las palabras su función.

 Cuando Mayo parecía haber recuperado su salud partieron rumbo a la Sierra, y las montañas se abrieron en canal para ellos. Como se abre en canal una mujer cuando pare, una mujer cuando ama.

 La Sierra-Mujer les llamaba.

 Tardaron seis días con sus respectivas noches en llegar. Para entonces habían derramado sangre sobre la Sierra, la habían mancillado y corrompido. Había muerto mucha gente. La sangre envenenaba sus ríos, sus fuentes, sus árboles, sus recónditos pasadizos. Todas y cada una de sus moléculas llevaban impresas en su memoria la primera y la segunda (y la....) vez que la habían profanado, aquella otra sangre que aún permanecía seca en el punto más sagrado de la Sierra, aquellos otros cuerpos muertos que habitaban el interior de la sima. La Sierra, el corazón del mundo, necesitaba sanar.

 Porque la sima, donde cada cierto tiempo se escuchaba morir a los osos y a los hombres, envenenó el agua subterránea que nutrió a los árboles, que alimentó a los frutos que comieron los pájaros y los monos. Abejas libaron de flores corrompidas e hicieron miel que impregnó a avispas y ácaros. Las ranas comieron insectos y contaminaron lagos de los que bebieron ciervos, panteras, águilas acuáticas y rinocerontes. Cigüeñas y flamencos que llegaron a la sierra para pasar el invierno, se alimentaron de insectos y anfibios antes de alzar de nuevo el vuelo. Fueron las piedras, más lentas y sabias, quienes les convocaron, quienes les hicieron entender que el círculo de dolor y miedo debía cerrarse con un acto de amor para que la Sierra sanara.

 La noche previa a pisar la Sierra, Luz cerró los ojos y soñó que la tierra mancillada la llamaba. Soñó que era mujer como ella, y como ella sentía la vida -como un pálpito, como una nana, como un humilde rumor-. Soñó que le contaba lo que nadie le había sabido contar (...). 

 El tiempo de los secretos comenzaba a pertenecer al pasado.


       LA VOZ DE LA TIERRA y la Mujer Chamán. El viaje de Atapuerca

                                            Elena García Quevedo

                                                Mandala Ediciones


                      https://youtu.be/OvZoKxtJi_0?si=2ajdh5v7CmyAtGTx