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"En la sociedad patriarcal nos acostumbraron a relacionar el Sol con lo masculino y la Luna con lo femenino. Sin embargo, numerosas culturas veneraron a una divinidad femenina asociada con el Sol. En algunos lenguajes nórdicos, "sol" es una palabra de género femenino. Para estos pueblos acostumbrados al frío, los rayos solares no eran agresivos sino que representaban la calidez necesaria para que la vida pudiera alimentarse y crecer.
(...) Jalaha Bonheim cuenta que Amaterasu tenía un hermano llamado Susanowo, que era el dios de los océanos, el trueno, el rayo y la lluvia. Desafortunadamente, cuando Susanowo bebía se volvia hosco y beligerante. En uno de esos raptos violentos se convenció a sí mismo de que el poder de Amaterasu le pertenecía y, lleno de resentimiento, se convirtió en una negra nube de tormenta que azotó y destruyó los arrozales que Amaterasu había nutrido cuidadosamente con su luz. Y luego, se dedicó a esparcir excrementos en todos los templos erigidos en honor de la diosa.
Cuando Amaterasu vio lo que su hermano había hecho se sintió triste, contrariada y enojada a la vez, de modo que decidió recluirse en el interior de una cueva que se llenó con su luz. Pero afuera, el mundo exterior fue invadido por la oscuridad y el frío y hasta la luna ocultó su luminosa cara al no tener a quien reflejar. La gente se encontró ante la puerta de la gruta y comenzó a planear qué hacer para convencer a la Diosa de que saliera de su exilio. Más y más gente fue llegando hasta que se convirtieron en una multitud.
Decidieron, finalmente, pedir ayuda a los dioses que también se habían congregado allí. Uzume, Diosa de la Alegría, propuso que celebraran una fiesta y comenzó a danzar de un modo tan grotesco y voluptuoso que todos comenzaron a reír. Pronto se sumaron los tambores y todos bailaron y cantaron, imitando la danza de los astros alrededor del sol y celebrando la belleza de Amaterasu quien, en medio de su profunda depresión, no pudo resistir la curiosidad de saber a qué se debía todo ese ruido.
Como parte del plan, los dioses y la gente habían instalado un enorme espejo octogonal frente a la entrada y cuando la Diosa se asomó, apuntaron el espejo directamente a su rostro. Amaterasu nunca había visto su propia belleza y no tenía idea de cuán hermosa era. Cuando pudo contemplar su propio reflejo se sobresaltó admirada. Su luz era tan milagrosa, tan bella, tan exquisita que no podía creer que realmente irradiase desde ella. Pero cuando se convenció, decidió nunca más volver a ocultarse"
Los Rostros de la Diosa. Sandra Román
Ed. Kier
Los diferentes personajes de un cuento siempre representan los diferentes aspectos de nuestra psique. Pero desde el Alma siempre es, un más allá incondicional. Permanece dentro y fuera, envolviendo nuestros pasos e infiltrando nuestros cuerpos, recordándonos cada día a través de los sueños y de las personas y situaciones que nos rodean, lo que somos.
Gracias a Andrea Pezzini y a Daniel Rubio por permitirme fusionar y renovar mis Aguas en la Luz.
Gracias a los alfareros de Ubeda y a todas aquellas personas que durante este viaje nos acogieron y regalaron una porción de su sabiduría de vida.
Gracias a todos los amigos que han conectado su Luz conmigo en este día del Solsticio de Verano y que son el espejo en el que soy capaz de ver mi reflejo.
Y gracias especialmente a mi hija (LACS). Cada viaje que hemos realizado juntas ha sido un regalo de cumpleaños; hemos representado la una para la otra a la Diosa de la Alegría, que siempre nos recuerda, ¡cuánta belleza hay aún por descubrir dentro y fuera!.
RSB
https://youtu.be/MY04eUqVSbI?si=YFobp-FtEfnQ5Nqu
