miércoles, 30 de marzo de 2016

The Pilgrim's Song


                      

                                                                                 
                                     https://youtu.be/bspZMKPAQPQ
                                                         
                                                   
 "Prisciliano predica la nuditas virtualis, la desnudez como símbolo de pureza, y una igualdad de hombres y mujeres, pues podían éstas ser doctoras del culto, al tiempo que enfatiza la interpretación y lectura directa de los evangelios apócrifos, con insistencia en el canto comunal y en las ceremonias poco tradicionales que se celebraban al aire libre, en bosques o en casas particulares (...).
 (...) ¿y si Prisciliano era un Merlín aceptado por los indígenas en su doble faceta de reformador cristiano y mago celta?..."Santiago y Prisciliano se confundieron en el culto", afirma el gran historiador francés Jean Descola. Y así lo defiende Miguel de Unamuno en encendida prosa: "esta raza los árboles, las ánimas, con pánico fervor venera, y palpitan druídicos misterios bajo sus oraciones evangélicas. Pasan en estantigua los que fueron, en larga noche negra, y obedecen los santos a conjuros de brujas y hechiceras". Para Juan B. Bergua, la gran originalidad de estos druidas (del celta deru, encina) fue que constituyeron una extraña corporación de filósofos espiritualistas, de físicos y de naturalistas, cultores del muérdago y de las plantas. Fueron al tiempo adivinos, médicos, astrólogos y jueces, sacrificadores y bardos. Celebraban Consejo bajo los árboles, como luego hará Carlomagno con sus pares (y nuestra modesta Compañía Alada del Camino); pues "estos druidas poseían los secretos de la religión y de la ciencia mágica. Eran, además, los preceptores de los jóvenes nobles. Por todo ello no poco trabajo le costó al cristianismo suplantarles y hacerles desaparecer". Para Jean Markale, el druidismo fue la religión que precedió al cristianismo en el noroeste de Europa, y existen numerosos paralelismos entre ambas espiritualidades (...).

 Con el Priscilianismo y sus secuelas, estamos de nuevo ante un reforzamiento de la tradición del Camino como historia mítica ejemplar y como decálogo para la acción moral colectiva. El mito vuelve a tener un ethos pues en el Priscilianismo hay una vuelta al hombre, un descenso de las estrellas, para manifestar un camino en la tierra desde el cual se puede alcanzar ese cuarto estado de comunicación con toda la obra creada.
 Este deseo de volver a las esencias, al comunismo esenio primitivo en el que se habría formado Juan el Bautista, y a lo más puro y determinante de la unión con la divinidad, característico de la corriente gnóstica cristiana, ha sido siempre la piedra de toque de todos los reformistas que se han opuesto a lo establecido como creencia, Buda, Mahavira, Heráclito, Sócrates, el propio Jesús de Nazaret y tantos otros, desveladores de la verdad en cuanto a semilla o anticipación. Para Prisciliano, "El era todo cuanto tiene nombre" (...).

 El Camino de Santiago es un instrumento musical, un formidable aparato de consonación de personas, paisajes y hasta de astros, el más grande que se halla en España, y uno de esos Ejes del Mundo o Axis Mundi que nos permiten "pasar" de un lado a otro del planeta tierra, conectando, en el plano simbólico, lo superior con lo inferior, y en el personal, lo exterior de naturaleza material con lo interior de naturaleza inmaterial. Pues de la naturaleza de estos sueños se nutre nuestra vida, y quien no sabe viajar con la imaginación con seguridad tampoco sabrá vivir. Pues hasta el preso o el sufriente escapa cada noche de su celda y no regresa hasta el día siguiente, antes del conteo que efectúa cada mañana el guardián entre el centeno.
 El elemento más central que caracteriza nuestro conocimiento, nuestro primitivo conocer de las cosas, antes de que la palabra exista como discurso explicativo del mundo, tiene que ver con el ritmo. La vida es ritmo, y el caminar, es ritmo convertido en rito, pues sin éste el camino  no tiene sentido, ni vive en nosotros."


            HIJOS DEL TRUENO. Mitos y Símbolos del Camino de Santiago.

                                           JOSE TONO MARTINEZ.

                                                   Evohé Didaska.


  (*) el subrayado no es del autor.