miércoles, 30 de diciembre de 2020

Yule en la Espiral




 Cuando elegí mi profesión/vocación lo hice desde la intención de canalizar    "de forma oficial" un impulso que me salía natural desde niña. No podía evitar sufrir con el que sufría. ¿Eso significaba que a mí me gustaba sufrir?. Nooooo...ni mucho menos, al revés, me encantaba reír; porque cuando reía, cuando vivía experiencias desde el disfrute y el placer, sentía cómo mi corazón se expandía, cómo todas las malas experiencias o los pequeños rencores se disipaban de un plumazo y me nacía el deseo de compartir esa felicidad, incluso, con mis mayores "detractores/dementores". Me daba cuenta que es en el estado de plenitud interna cuando el Ser Humano ofrece lo mejor de sí mismo. Entonces, de forma inconsciente, trataba de "aligerar penas" porque entendía, como dice el refrán, que las penas compartidas son menos penas. Pero claro, no siempre funcionó ni acabó bien la cosa. No funcionó bien cuando no solicitaban mi presencia (aunque no en todos los casos, había seres a quienes les costaba "pedir" y "molestar"). No funcionó cuando me la solicitaban desde una emoción de apego-culpabilidad, es decir, como yo no puedo/quiero estar ¿podrías ocupar mi lugar?. No funcionó cuando fui requerida por alguien justo con el impulso contrario al mío. A mí que no me cuenten tristezas, conmigo no van los problemas del mundo, ¿yo triste?, ¡pero si yo soy la alegría de la huerta!, yo he venido a este mundo a disfrutar y los demás que se apañen con su mochila. No funcionó cuando se estaba tan acostumbrado a funcionar desde el victimismo que no se sabía vivir sin esa herramienta de muerte. No funcionó cuando alguien que no era consciente que se escondía comenzaba, sin querer, a verse expuesto en mi sufrimiento. No funcionó cuando a mí            se me olvidó lo que sentía cuando reía...

 Hace poco me llegó de nuevo este cuento que leí hace años. En su momento me pareció que esa princesa no reflejaba para nada mi ser. Lo de "ir de dura por la vida" definitivamente no iba conmigo. Vamos...que puestos a etiquetarme, la frase "mujer fácil" me definía mucho mejor. Pero releyéndolo hoy la cosa cambia si considero ambos personajes, pretendiente y princesa, aspectos de mi propia personalidad. ¡Qué pena me da echar la vista atrás y ver todos los esfuerzos realizados por "seres" disfrazados de princesas! ¡Qué pena cuando veo a esa princesa en mí "exigiendo" la demostración de mi propia valía, demandando un día más...tú puedes...sabes que puedes...llevando al extremo "lo natural" y convirtiéndolo en un "esperpento"!.


 La Espiral de Vida se origina en la Sabiduría que mana de la Aproximación (con A de Amor) de nuestros extremos, desde los Mediadores (*).


 Soñé que caminaba con una pequeña mochila a mi espalda. 

 Levanto la vista, un Aguila sobre mi cabeza vuela dibujando espirales. La veo acercarse cada vez más hasta casi poder tocarla con la punta de los dedos.    Se posa en un cruce de caminos transformándose en un Pavo Real.


                                                            RSB


 Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue. 

 Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven.Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.   La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera. 

Entonces le había dicho al rey: 

- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere. 

 El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él. Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. 

Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo: 

- Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más? 

Y el hijo contestó: 

- ¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece (no se siente merecedor) de    mi Amor, ¿verdad madre?. 

                                                   

                              La princesa busca marido de Jorge Bucay

                                               -lo subrayado no es del autor-



                      (*)    -Dedicado a Marce con inmensa gratitud-

          (y, por carambola, a su padre y madre, a Mary Burmeister, Jiro Murai y antecesores desconocid@s)