lunes, 10 de julio de 2023

Phôlarchos - Iatromantis (1)

 


" En toda la historia de la lengua griega, desde los primeros tiempos al habla actual, phôleos siempre tiene el mismo significado básico: es un lugar en el que se refugian los animales, donde se quedan agazapados, quietos, casi sin respirar. Allí duermen, permanecen en un estado similar al sueño o hibernan. Por esto motivo, las expresiones como "estar en una guarida" o "yacer en una guarida" -phôleia y phôleuein eran las palabras en griego antiguo- llegaron a significar "encontrarse en un estado de muerte aparente".

 (...) Así pues, los hombres llamados phôlarchos que aparecen mencionados en esas inscripciones de Elea estaban encargados de la guarida, de un lugar de muerte aparente. Eso no tiene mucho sentido, ni siquiera parece que merezca la pena intentar dárselo; pero sí lo tiene. Y no hace falta mirar muy lejos para ver qué quiere decir. La respuesta está en las inscripciones mismas.

 Estos hombres llamados phôlarchos eran sanadores, y la curación, en el mundo clásico, tenía mucho que ver con los estados de muerte aparente. Todo estaba ligado con una palabra de toscas resonancias: incubación

 Incubar es, simplemente, yacer en un lugar. Pero la palabra tenía un significado muy especial. Antes de que se creara lo que ahora se conoce como medicina "racional" en Occidente, la curación estaba siempre relacionada con lo divino. Si la gente estaba enferma, era normal ir a los santuarios de los dioses o de los grandes seres que antes habían sido humanos pero ahora eran algo más: los héroes. Y acostarse allí.

 La gente se acostaba en un recinto cerrado, que muchas veces era una caverna. Y se quedaba dormida y soñaba o bien entraba en un estado que, según las descripciones, no era un sueño ni vigilia, hasta que terminaba por tener una visión: algunas veces la visión o el sueño los enfrentaba con el dios, la diosa o el héroe, y así se producía la curación.

 (...) Lo importante era no hacer nada. El momento culminante se producía cuando el enfermo no se debatía ni hacía ningún esfuerzo, sólo tenía que rendirse a su condición. Se acostaba como si estuviera muerto: aguardaba sin comer ni moverse, algunas veces durante varios días seguidos. Y se aguardaba a que la curación llegara de otro lugar, de otro nivel de conciencia y de existencia.

 Pero esto no quiere decir que se dejara solo al enfermo, ya que había personas encargadas del lugar, sacerdotes que comprendían el funcionamiento del proceso y sabían supervisarlo, que sabían cómo ayudar al yaciente a comprender lo que necesitaba saber sin que ello interfiriera en el proceso mismo.

 Todavía tenemos sacerdotes, pero ahora pertenecen a una religión distinta. Bajo la superficie de la retórica y la persuasión, no hay gran diferencia entre la ciencia moderna y la antigua magia. Pero como ya no sabemos cómo encontrar el acceso a lo que está más allá de nuestra conciencia diurna, tenemos que tomar anestésicos y drogas. Y como ya no comprendemos a los poderes que nos superan, se nos niega el significado de nuestro sufrimiento. De esta manera, sufrimos como cargas, morimos como estadísticas.

 Las semejanzas entre yacer en una guarida como un animal y yacer en un santuario para incubar son obvias y no hace falta especular si los griegos las percibían: sabemos que sí.

 Hace dos mil años, un hombre llamado Estrabón escribió un párrafo describiendo el paisaje de la Anatolia occidental. Hablaba de una zona situada al sur de Focea, en una región llamada Caria, donde él había vivido y estudiado.

 Y en el párrafo describe una famosa caverna de la zona conocida con el nombre de caronium o entrada al inframundo. Junto a ella había un templo dedicado a los dioses del inframundo: a Plutón -uno de los nombres de Hades- y a su mujer Perséfone, a la que con frecuencia se aludía como "la doncella". En griego era costumbre no mencionar por su nombre a las divinidades de los infiernos.

 Y allí, no lejos de la ciudad de Acaraca, se encuentra el "plutonium", la entrada a los infiernos. Hay allí un lugar sagrado, muy bien preparado, y un templo a Plutón y a la Doncella. Y el "caronium" es una caverna situada justo encima del lugar. Dicen que la gente que enferma y está dispuesta a someterse a los métodos de sanación que ofrecen estas dos divinidades va allí y vive durante un tiempo en el pueblo junto con los más experimentados sacerdotes. Y estos sacerdotes se acuestan y duermen en la cueva para el bien de los enfermos, y luego les prescriben tratamientos basados en los sueños que reciben. Estos mismos hombres son los que invocan el poder sanador de los dioses. 

 Pero con frecuencia conducen a los enfermos mismos a la cueva, los colocan y los dejan allí en total quietud (hêsychia), sin comida durante varios días, como si fueran animales en su guarida (phôleos). Y algunas veces quienes están enfermos tienen sus propios sueños, sueños que se toman muy en serio. Y, sin embargo, todavía entonces confían en que los otros, como sacerdotes, desempeñen el papel de guías y consejeros y los introduzcan en los misterios. Para cualquier otra persona el lugar es un territorio prohibido y mortal"


                           EN LOS OSCUROS LUGARES DEL SABER

                                                    Peter Kingsley

                                                  Ed. Atalanta