domingo, 28 de agosto de 2016

Casa


Tony O'Malley painting
                                    
                                                    Te veo. Foto de RSB


 Allí donde te comprenden está tu casa. La comprensión nutre la pertenencia y el arraigo. Sentirte comprendido es sentirte libre para proyectar tu yo sobre la confianza y protección del alma del otro. Pablo Neruda describe este reconocimiento en un bello verso: "Eres como nadie porque te amo". Este arte del amor revela la identidad especial y sagrada de la otra persona. El amor es la única luz que puede leer la firma secreta de la individualidad y el alma del otro. Sólo el amor es sabio, sólo él puede descifrar la identidad y el destino.

 (...) En toda la espiritualidad celta hay un hermoso motivo trinitario. Esta breve invocación lo refleja:

                          Los Tres Sacrosantos mi fortaleza son, 
                          que vengan y rodeen mi casa y mi fogón.


 Por consiguiente, el amor no es sentimental. Por el contrario, es la forma más real y creativa de la presencia humana. El amor es el umbral donde lo divino y la presencia humana fluyen y refluyen hacia el otro. (...) Cuando dos personas se aman, se genera una tercera fuerza entre ellas. (...) El mayor don que el amor trae a tu vida es el despertar del amor oculto en tu interior. Te vuelve independiente. Ahora puedes acercarte al otro, no por necesidad ni con el aparato agotador de la proyección, sino por auténtica intimidad y comunión. Es una liberación. El amor debería liberarte. Te liberas de esa necesidad ávida y abrasadora que te impulsa continuamente a buscar afirmación, respeto y significación en cosas y personas fuera de ti. Ser santo es hallar la propia patria, podemos descansar en esa casa de comunión y arraigo que llamamos alma.

 Una de las cosas más valiosas que debes conservar en la amistad y el amor es tu propia diferencia. Conocí a un anciano en una isla frente a la costa occidental de Irlanda. Tenía un hobby peculiar. Coleccionaba fotos de parejas recién casadas. Luego obtenía una foto de la misma pareja diez años después. Con ésta demostraba cómo un miembro de la pareja empezaba a parecerse al otro. En las relaciones suele aparecer una fuerza homogeneizante, sutil y perniciosa. Lo irónico es que la atracción entre las personas suele deberse a las diferencias. Por eso es necesario conservarlas y alimentarlas.

 Para conservar tu diferencia en el amor, debes darle mucho espacio a tu alma. Es interesante notar que en hebreo, una de las primeras palabras que significa salvación también significa espacio. Si naciste en una granja, sabes que el espacio es vital, sobre todo para sembrar. Si plantas dos árboles muy juntos se ahogarán mutuamente. Lo que crece necesita espacio. Dice Khalil Gibran: "Que haya espacio en vuestra unión". El espacio permite que esa diferencia que eres Tú encuentre su propio ritmo y contorno. Yeats habla de "un pequeño espacio para que lo colme el aliento de la rosa". El amado es aquel a quien puedes dar tus sentidos en la plenitud del gozo, sabiendo que los acogerá con ternura. Puesto que el cuerpo está dentro del alma, ésta lo baña con su luz suave y sagrada. Hacer el amor con alguien no debe ser un acto puramente físico o de liberación mecánica. Debe abarcar la raíz espiritual que despierta cuando penetras en el alma de otra persona.
 El alma es lo más íntimo de una persona. La conoces antes de conocer su cuerpo. Cuando alma y cuerpo son uno, penetras en el mundo del otro. Si uno pudiera corresponder de manera tierna y reverente a la hondura y belleza de ese encuentro, extendería hasta lo indecible las posibilidades de gozo y éxtasis del acto de amor. Esto liberaría en ambos el manantial interior del amor más profundo. Los reuniría externamente con la tercera fuerza de luz, el círculo antiguo, lo primero que une las dos almas.


                               Pero un hombre amó tu alma peregrina
                              y amó los pesares de tu rostro cambiante.

                                                           Yeats


        ANAM CARA. El libro de la Sabiduría Celta. JOHN O'DONAHUE