Escuché en una conferencia de Jordi Savall que la música es una de las primeras impresiones que un ser humano tiene al llegar a este mundo. La sonoridad, la manera en que sus padres cantan las palabras.
Mi padre siempre fue hombre de pocas palabras. Las justas y necesarias pero contundentes. No tengo recuerdo de haber mantenido muchas conversaciones con él pero sí la memoria de su música.
Esta pieza musical de Carl Orff era -y es- su favorita.
Felicidades padre. Me adelanto unos días a tu cumpleaños porque sabes que me olvidaré y tú te enfadarás y yo me reiré de tu enfado y después reirás tú también.
Soñé que me encontraba sentada en las escaleras del jardín de la casa de los abuelos. Podía ver desde allí, desde lo alto de la colina, el pueblo entero. Se respiraba un ambiente tranquilo y familiar.
Tres lobos juegan entre los zarzales. Uno de ellos se acerca a mí con una pata dolorida y pongo mis manos sobre ella. Vuelvo la mirada hacia la casa y la encuentro muy cambiada. No es ya la pequeña casa de piedra algo desangelada que yo recordaba; es ahora una gran mansión. Más habitaciones, vigas de madera vista, grandes ventanales...parece otra casa. Me siento feliz. Es hora de marcharse. Ha sido la casa de mis abuelos, la de mi padre, mía durante un tiempo, pero...no es aquí...en este pueblo...donde yo quiero construir mi nuevo hogar.
RSB