¿No ves
Que tú y yo
Somos las ramas de un árbol?
Con tu alegría
Viene mi risa;
Con tu tristeza
Brotan mis lágrimas
Amor,
¿Podría ser la vida de otra manera
Para ti y para mí?.
Tsu Yeh
Dinastía Tsin 265-316 d.C.
El Fuego es deslumbrante, efímero, vibrante, excitante y capaz de abarcarlo todo. El verano, la época en que las plantas y los animales desarrollan su máximo potencial, marca el ascenso del poder del Fuego. El Fuego, como el verano, es expansivo, radiante, efusivo y caliente. Al igual que el sol acelera las corrientes de la vida de la tierra, el Corazón impulsa los jugos vitales de la sangre a través de las venas, imbuyendo al cuerpo de conciencia.
El Corazón y el Riñón son como dos extremos de un arco iris, distintos e insondables, dibujando entre ambos los luminosos lazos multicolores de nuestro ser, una dimensión limitada en un extremo por el Agua y en el otro por el Fuego. El Agua es la semilla y la raíz, el Fuego es la flor y el fruto. El Agua se asocia con el subconsciente, con las fuerzas primales de la naturaleza, mientras que el Fuego simboliza el despertar y el desarrollo de la sabiduría y de la compasión.
"Situados entre los polos, en nuestro viaje a través del torbellino esférico,
vemos en cada extremo nuestro origen y nuestra meta. Somos atraídos
hacía ambas direcciones, pues la añoranza del útero...es equiparable al
apasionado anhelo del místico por la unión con Dios". -Jill Purce-.
EL ARQUETIPO DEL FUEGO. El Mago.
La fusión es el principio organizador del Mago, que busca imbuir lo mundano con lo extraordinario, fundir las aspiraciones humanas con el propósito divino. Al igual que el Fuego del amor une al macho y la hembra para formar una nueva vida, así también el Mago ejerce un milagroso poder para superar la separación, soldando los elementos divergentes en uno solo. Su excitación y entusiasmo generan el Calor necesario para que ocurra la reacción de fusión. Con esta tremenda energía catalizadora, aporta el poder transformador de la luz, el amor y la conciencia del mundo.
Encantador y persuasivo, el Mago es un vendedor natural, capaz de vender no tanto el producto en sí mismo sino la experiencia de poseer un instrumento de magia, un auténtico talismán, que nos otorga el poder de trascender nuestra experiencia ordinaria. La magia, sin embargo, está en el Mago, no en la mercancía. Por eso cuando este magnífico comerciante de sueños desaparece, y el extraordinario abrelatas que iba abrirnos todo un mundo nuevo se convierte en un utensilio práctico, no nos sentimos insatisfechos ni decepcionados: la propia experiencia de sorpresa y regocijo que inspira el Mago nos deja contentos.
Recurriendo al magnetismo personal y al don de la expresión, es capaz de unir un grupo de individuos en un cuerpo. Ya sea como un equipo, un coro, una clase, una audiencia, una congregación o un partido político, el Mago nos reúne en un espacio compartido de visión y sentimiento. A través de este vínculo con los corazones y las mentes de otros, nos hacemos conscientes de la virtud de nuestra humanidad.
ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA. Los cinco elementos en la medicina china.
Harriet Beinfield y Efren Korngold.
Ed. La liebre de marzo.